Montevideo.- La promesa solemne de José Mujica como presidente de Uruguay ante su esposa, la presidenta de la Asamblea Legislativa Lucía Topolansky, marcó hoy un hecho inédito en la historia del país y un punto culminante en una relación sentimental y de militancia política que perdura desde hace casi 40 años.
Años de guerrilla y cárcel, de trabajo y vida compartidos, desembocaron en la ceremonia celebrada hoy en el Parlamento en la que Mujica prometió acatar la Constitución ante Topolansky, a quien le correspondió esa función por ser la más votada de todos los senadores en las pasadas elecciones.
Topolansky, de 64 años, es a partir de hoy, además de la tercera persona en el orden sucesorio de la República tras su esposo y el vicepresidente Danilo Astori, la primera dama del país, aunque formalmente esa figura no existe en Uruguay.
La relación entre Mujica y su "querida Lucía", como la llamó hoy durante la ceremonia, comenzó en 1972, en los tiempos en los que ambos eran militantes clandestinos de la guerrilla del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), alzada en armas contra el gobierno democrático de aquel entonces.
Esa circunstancia, si bien fue difícil para que pudieran mantener una relación normal "por la velocidad que implica la vida política", no tuvo "menos poesía" que otras, según dijo la senadora en una ocasión.
Sin embargo, la pareja fue capturada y pasó los siguientes 13 años encerrados en prisiones y cuarteles militares, en condiciones infrahumanas y sometidos a tortura bajo la dictadura militar que gobernó al país de 1973 a 1985.
Al regresar la democracia, ambos salieron de la cárcel dispuestos a recomponer su relación tras tantos años de alejamiento forzoso.
La pareja se mudó a una pequeña finca rural a las afueras de Montevideo, hoy convertida en la residencia del presidente de Uruguay, donde se dedicaron al cultivo de flores y hortalizas.
Allí también crearon mano a mano en 1989 el Movimiento de Participación Popular (MPP), una agrupación que se integró en el Frente Amplio y que pronto se convirtió en su sector mayoritario.
La austeridad, sencillez y sobriedad, que según Topolansky fueron una "enseñanza" de los años de clandestinidad y prisión, "donde se conoce al ser humano desnudo", son las señas de identidad de la pareja y lo serán también del gobierno de Mujica.
La pareja se casó en 2005, después de una grave enfermedad que mantuvo a Mujica veinte días en el hospital y de que el ex guerrillero asumiera como ministro de Ganadería y Agricultura del primer gobierno de izquierdas de la historia del país, en una ceremonia civil que celebraron junto a sus vecinos.
La boda fue "una formalidad que quiso Pepe, porque un papel no cambia nada. Si nosotros hubiéramos tenido hijos hubiera sido distinto", dijo Topolansky en una entrevista.
"Las condiciones de vida antes de estar detenidos no lo habilitaban, después vinieron los años de cárcel y luego no se dio", explicó Topolansky acerca porqué nunca tuvieron descendencia.
En cualquier caso, la pareja vive rodeada por los hijos de sus vecinos, a los que sienten como "nietos".
Topolansky proseguirá ahora su labor en el Senado, donde considera que está su lugar de trabajo antes que ejercer como primera dama, a su juicio "un invento" que "algunas mujeres de presidentes quisieron imponer".
"Si es necesario el acompañamiento protocolar no tengo ningún problema, soy una mujer civilizada, pero yo tengo mi labor fundamental en el Senado y creo que es importante para un presidente tener senadores y una bancada de confianza", afirmó en una reciente entrevista con EFE. (Fuente: EFE)
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