El sábado último, un equipo de la Policía Judicial llegó al balneario de San Bartolo, pero no para tomar sol.
Información confidencial indicaba que en el cuarto piso de un edificio ubicado en el malecón Rivera Norte No 700 se escondía el prófugo coronel PNP (r) Benedicto Jiménez Baca.
Una paciente vigilancia, al más puro estilo del desaparecido GEIN, les permitió a los efectivos confirmar que, en efecto, allí se encontraba Jiménez. El problema es que no había cómo arrestarlo.
Jiménez se encuentra en calidad de prófugo desde que no se presentara al 11º Juzgado Penal de Lima a escuchar otra sentencia condenatoria por difamar en forma agravada a la procuradora Julia Príncipe, el pasado miércoles 8 (Leer artículo: ‘Reo Contumaz’ en CARETAS 2245).
La jueza María Elena Morocho Mori, después de un año de invocaciones para que se presente al Poder Judicial, estimó necesario declararlo reo contumaz y solicitó su inmediata ubicación y captura.
El oficio llegó a la Policía Judicial con varios días de retraso, lo que posibilitó que Jiménez escapara. Cuando los policías vestidos de civil llegaron a su casa de San Borja, un vigilante les dijo que éste se había ido de viaje junto a toda su familia. La noticia, por supuesto, era falsa.
La Policía resguarda el edificio del malecón Rivera Norte No 700, donde se esconde Benedicto Jiménez, pero se teme que escape.
CON LAS MANOS ATADAS
Poco después se recibió la información de San Bartolo, pero se presentó otro problema: la Policía Judicial no cuenta con una orden de descerraje para ingresar a la casa de playa y capturar a Jiménez.
Esto quiere decir que, sin orden de descerraje, los policías solo pueden capturar a Jiménez si éste sale a la calle. Así fue arrestado el 25 de enero de 2010, precisamente cuando entraba a su casa de San Borja. Sobre él pesaba una orden de captura por difamar a Antonio Ketín Vidal. Llevaba dos años prófugo y se había teñido el pelo y afeitado el bigote para evitar, como ahora, cumplir con la ley.
El temor de que Jiménez vuelva a burlar a la justicia es real: si el reo contumaz escapa sin ser advertido por los policías que custodian el edificio del malecón Rivera Norte, en San Bartolo, es probable que la pista para su captura se pierda durante un buen tiempo.
Fuentes confiables indican que la difamada procuradora Príncipe ha solicitado a la jueza Morocho Mori tramite la orden de descerraje, pero al cierre de la presente edición esta no había sido atendida.
En una reciente carta publicada en la web del pasquín Juez Justo, Jiménez alegó que no soportaría pasar un día en prisión porque requiere tratamiento médico especial. Pero lo que no dice es que desde hace un año viene negándose a acudir a la lectura de sentencia. Cuando éste alegó problemas de salud, la jueza determinó leérsela en su domicilio. Pero él envió un escrito amenazándola con soltarle su can, al que no le gustan los extraños. Ahora, desde su escondite en San Bartolo, responsabiliza a la jueza Morocho por si algo llega a sucederle. ¿Es que acaso su impunidad no tiene límites? (Fuente: Revista Caretas)
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