Por: Augusto Álvarez Rodrich
El difícil tránsito de Santos desde la guerra a la paz.
La ‘victoria’ política obtenida hasta hoy por Gregorio Santos con su oposición a Conga será pírrica y un bumerán si persiste en una actitud intolerante y soberbia que haga cada vez más evidente el perjuicio que sufrirán los propios cajamarquinos.
Luego de que Newmont y el gobierno reconocieran que las condiciones actuales de Cajamarca no son propicias para sacar adelante Conga, y de que se cediera en la mayoría de reclamos de las autoridades regionales, incluyendo –como sucedió este fin de semana– el levantamiento del estado de emergencia, la respuesta de Santos ha sido arrogante.
Monseñor Luis Bambarén ha dicho: “No quiere saber nada. Si no se acomodan a su modo de pensar, no acepta nada. No quiere dialogar: signo de intolerancia y de soberbia”.
Pero antes que de soberbia, Santos peca de audacia al no identificar el momento de capitalizar su victoria política (toma de ganancias dirían en la bolsa de valores). Ante cada nueva rodaja del salame del gobierno central que corta, querer ir más allá es una actitud suicida desde su propio interés político, e irresponsable desde el punto de vista de la población de Cajamarca.
Sobre su proyección política, su anticonguismo le servirá para construir un liderazgo regional pero no una plataforma nacional que requiere una candidatura presidencial.
Pero los problemas del presidente de Cajamarca no van a venir de fuera de la región, con declaraciones como las de Bambarén o las de ministros que dicen que es más perjudicial que el terrorismo, pues Santos aún es popular en su terruño.
Sus mayores problemas serán internos y empezarán –más temprano que tarde– cuando los propios cajamarquinos empiecen a reclamarle por las consecuencias económicas de la paralización de un proyecto de la envergadura de Conga.
A Yanacocha y a Newmont no las quieren en Cajamarca –como quedó claro en las encuestas de Ipsos-Apoyo– pero la gente también tiene una reacción adversa cuando las consecuencias llegan, como va a ocurrir, por distintos caminos, a su bolsillo.
Eso va a suceder cuando la región sienta el recorte de 4,500 puestos de trabajo o la reducción del canon por menor producción. Lo que vamos a ver en Cajamarca es una caída del empleo y de la producción. El sector de más alta contribución al producto regional es la minería.
Si, encima, se produce la paralización de la construcción de los reservorios de agua, bajo la pretensión absurda de que debe construirlos el Estado y no la actividad privada, las cosas pueden terminar peor.
Cuando eso ocurra, hasta en Cajamarca le van a recriminar a Gregorio Santos el haber puesto su candidatura presidencial por delante de la calidad de vida de los ciudadanos. Fuente: Larepublica.pe)
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